Desde pequeño, la tecnología fue la chispa que encendió mi imaginación y me invitó a soñar en grande. Con el tiempo, esa chispa se convirtió en una llama inagotable: descubrí en la programación una llave mágica capaz de abrir puertas a mundos antes inimaginables. Hoy, me dedico a tejer ideas y transformar desafíos en oportunidades, explorando sin miedo los límites de la innovación. Mi motor es la curiosidad y mi brújula, el deseo constante de aprender y reinventar el mañana.
